1 de febrero de 2021
No todos los cambios que ha producido la pandemia en el periodismo han sido negativos. El giro que han dado varios medios hacia la producción de información útil y sencilla para guiar a sus audiencias en temas de la vida cotidiana ha sido, sin duda, una transformación provechosa.
Este enfoque, llamado “periodismo de servicio”, ya era conocido desde antes de la llegada de la Covid-19, pero a raíz de la propagación de la enfermedad por el mundo esta manera de abordar los temas se ha popularizado. Y no es para menos. En tiempos en que casi todos los ámbitos de la vida han sido invadidos por la incertidumbre —el hogar, el trabajo, los encuentros sociales—, las personas buscan líderes, instituciones y medios que les puedan ayudar a navegar un entorno altamente cambiante.
Durante el 2020, varias salas de redacción en EEUU decidieron adoptar el periodismo de servicio. Un artículo publicado por el American Press Institute (API) destaca el caso del diario The Philadelphia Inquirer. El periódico local del estado de Philadelphia tiene una sección de periodismo de servicio que ha crecido de manera sostenida desde su creación a finales de 2019, especialmente debido a la pandemia. “Había una necesidad innegable de información clara sobre cómo dar sentido a todo lo que sucedía a nuestro alrededor, cuáles eran las reglas, qué significaba la ciencia y cómo mantenerse a salvo”, le explicó Megan Griffith-Greene, editora de periodismo de servicio de The Inquirer, al American Press Institute.
Megan Griffith-Greene, quien cuenta con un equipo de tres periodistas con dedicación exclusiva, tiene una visión muy amplia sobre lo que es el periodismo de servicio. “En esencia: se trata de conectar las noticias con la vida de nuestros lectores. Bien, ahora saben lo que está pasando, pero ¿qué pueden hacer al respecto? ¿Cómo utilizan la información que les brindamos para vivir una vida mejor? ¿Pueden tomar mejores decisiones? ¿Cómo pueden comprender mejor lo que está sucediendo y sentirse más comprometidos con el mundo a causa de ello?”, le dijo a Stephanie Castellano, editora general de API.
Los cinco consejos
Griffith-Greene compartió algunas prácticas que le han funcionado a ella y a su equipo a la hora de implementar este enfoque de manera exitosa:
- Sus dos objetivos principales son crear contenido procesable y accesible. Es decir, sus noticias son útiles y prácticas pues ayudan a las personas a tomar mejores decisiones, y son accesibles ya que son fáciles de leer, comprender y recordar. Dividen el texto para hacerlo más fácil de asimilar; usan un lenguaje conversacional; agregan subtítulos, viñetas y texto en negrita para llamar la atención y señalar lo que es importante.
- En The Inquierer hacen que sus historias sean fáciles de encontrar a través de los buscadores para que las personas puedan encontrar información clara y precisa. Por eso, tratan de mantener su contenido actualizado para que cuando alguien lo encuentre, la información sea correcta.
- Trabajan con periodistas de otras secciones e implementan el enfoque de manera transversal: las historias de servicio pueden ser sobre la pandemia (cuáles son las reglas y qué es seguro), justicia comunitaria y racial (cómo entender y participar en este momento de la historia), impacto económico (cómo puede la gente acceder a los recursos que necesita) y compromiso cívico (cómo ser un ciudadano comprometido con su ciudad y comprender sus derechos).
- Miden el impacto de su trabajo a través de métricas que les permiten comprobar sus suposiciones sobre la elección de los temas y su presentación.
- Piensan en sus lectores. No solo piensan en transmitir información, sino en lograr que las personas se sientan informadas. “En cierto modo, el periodismo moderno se trata de servicio. Está centrado en el lector y utiliza las herramientas que tenemos para hacer que nuestras historias sean más fáciles de leer y comprender”, afirma Griffith-Greene .