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Cómo funciona el acoso en redes sociales

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pexels

27 de Julio de 2021

27 de julio de 2021

Un artículo publicado recientemente en el sitio web del Nieman Lab, el laboratorio de periodismo de la Universidad de Harvard, plantea una interesante reflexión en torno al rol que deben cumplir los medios de información ante los ataques que reciben sus periodistas en las redes sociales digitales. Charlie Warzel, autor del artículo, rescata la opinión de otro periodista para quien lo correcto es que los medios descalifiquen los ataques y los tomen por lo que son: propaganda destinada a deslegitimar sus instituciones.

Warzel, quien escribe un newsletter acerca de política, medios y tecnología, afirma que las salas de redacción deben tratar los ataques coordinados en línea contra los periodistas como propaganda y, por esta razón, deben invertir más recursos en entender cómo se inician y desarrollan estas “campañas de guerra cultural online”.

Estos ataques llegan a ser tan sofisticados como el llamado acoso en red por motivos morales. El acoso en red se produce cuando una gran audiencia desciende sobre una persona y la abruma: la velocidad y el volumen del ataque son los que más daño causan. Pero, como señala Warzel, la audiencia más amplia de acosadores suele ser convocada (a veces sin saberlo, a menudo a propósito) por un amplificador, que suele ser una cuenta o comunidad en redes sociales de alto perfil o con muchos seguidores. El amplificador tiende a tomar el comentario o la idea de una persona y sacarlo del contexto y la audiencia originales del autor para llevarlo a la suya; un proceso particularmente eficaz para generar conflictos a gran escala.

Este tipo de acoso es más difícil de detectar en redes sociales pues se diferencia de la manera en que funcionan estos ataques tradicionalmente: una persona ataca a otra de forma reiterada. Pero en los casos de acoso en red, los mensajes contra una persona no provienen de una sola cuenta sino de 50 perfiles distintos, por ejemplo. Así, logra esquivar las normas de plataformas digitales como Twitter que aún no tienen en cuenta el rol del amplificador.

Además, explica Warzel, los amplificadores seriales suelen desarrollar hábiles estrategias para acosar sin parecer que lo están haciendo. Tan solo “muestran a sus seguidores quién está actuando de manera errada”. Por esta razón, a la hora de defenderse dicen que únicamente estaban haciendo preguntas sobre la manera de actuar de alguien o criticando de manera justa a un personaje público. Sin embargo, el acoso en red por motivos morales es extremadamente común e intenso pues “funciona como un mecanismo para hacer cumplir el orden social”. Este es el motivo por el que es cada vez más universal. Especialmente en ambientes con fuertes normas sociales o sistemas que están plagados de misoginia, racismo, homofobia y transfobia. Ambientes que determinan los estándares y normas primarios por los que se juzga a las personas que hablan en público.

Este es el ambiente al que exponen hoy en día los medios de información a sus reporteros y reporteras. “Los reporteros no solo participan en estos ecosistemas en línea cuando promocionan sus historias o buscan historias, sino que también cubren con frecuencia los argumentos de la guerra cultural que tienen lugar en las plataformas”, advierte Warzel.

Y agrega: “Los periodistas no solo participan en estos ecosistemas en línea cuando promocionan sus historias o buscan historias, sino que también cubren con frecuencia los argumentos de la guerra cultural que tienen lugar en las plataformas. Al escribir o comentar sobre las guerras culturales en línea, los reporteros, conscientemente o no, se vuelven parte de esas guerras culturales”.

Por eso, sostiene el autor en el Nieman Lab, los medios hoy terminan siendo parte de un ecosistema que no entienden completamente. Muchos editores y editoras quieren que sus equipos cubran temas controvertidos y comunidades más activas e incendiarias porque la carga emocional que hace que estas personas y espacios sean tan volátiles también hace que la historia sea buena y que se pueda compartir para ganar más clics. Y así no lo quieran, deben reconocer que es el sitio en donde se moverá su contenido eventualmente.

Entonces, ¿qué deben hacer los editores y los medios de información? Conocer mejor las redes. “Si usted dirige una sala de redacción, de cualquier tamaño, necesita una especie de coeficiente intelectual de Internet. Entender los espacios virtuales y las conversaciones en redes requiere estudio y experiencia, especialmente si planea navegar por ellos. Si pasa tiempo real en estos espacios, comienza a comprender instintivamente lo que está sucediendo”, dice Warzel.

Hoy en día, comprender cómo funcionan las redes sociales es casi tan importante como la habilidad que debe desarrollar un periodista para saber si sus fuentes le dicen la verdad o no. Así, sabrán cuándo vale la pena responder y cuándo no.