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Dos mundos: el futuro de la industria de medios

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pexels

08 de Marzo de 2022

8 de marzo de 2022

El buen periodismo cuesta. Este es un hecho irrefutable. Sin embargo, los muros de pago instalados en miles de sitios web de noticias alrededor del mundo han abierto un debate en torno al verdadero valor de la información. Algunas personas argumentan que esta herramienta para gestionar pagos produce una división en la sociedad entre aquellos que tienen los recursos para acceder a información de calidad, y los que no. Esta situación, para la experimentada periodista Alexandra Borchardt, es un dilema moral para muchos periodistas y las empresas de medios.

Borchardt, investigadora sénior asociada al Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford y directora del Programa de Innovadores en Periodismo en la Escuela de Medios de Hamburgo, plantea en una columna publicada en Medieninsider –una revista alemana con historias exclusivas sobre los medios y la industria editorial– que por este dilema se crearán dos mundos dentro del periodismo en el futuro: uno, el mundo cada vez más sofisticado del periodismo comercial en el que empresas altamente profesionales ofrecerán a sus distintas audiencias contenido personalizado y de alta calidad así como productos fáciles de usar que los inspiran. Mientras tanto, por otro lado estará el mundo del periodismo de servicio público o sin fines de lucro, que entrará en escena en aquellos momentos en los que falle el mercado. En este segundo mundo se creará un periodismo del tipo “perro guardián” por el que sólo unos pocos estarán dispuestos a pagar, o se tratará de un periodismo al servicio de audiencias que no pueden o se niegan a pagar por noticias.

En ese sentido, la periodista opina que el mundo del periodismo altamente profesional está avanzando a un ritmo acelerado. La mayoría de empresas han entendido que solo la venta de suscripciones digitales, o al menos membresías y otros productos, asegurará su futuro. “Utilizan cada vez más experimentos y datos significativos para descubrir qué clientes o grupos de clientes son más lucrativos y cuál es la mejor manera de atenderlos”, afirma. Y para estos medios la métrica más importante actualmente es el tiempo que los clientes o suscriptores individuales le dedican a ciertos contenidos. Borchardt cita un extenso proyecto alemán de recopilación de datos llamado Drive que reveló que esta era la métrica clave para vender suscripciones digitales.

Sin embargo, es precisamente esa métrica la que llevará a que algunos medios se centren en hacer más felices a aquellas audiencias que ya han cautivado y dejen de lado a aquellas que les pueden prometer poca rentabilidad. Esas audiencias principales pueden ser, por ejemplo, de cierto nivel educativo, inclinación política o clase social. “Las organizaciones de noticias como el New York Times y el Financial Times han entendido esto desde hace mucho tiempo”, dice la experta. Y agrega: “esta es una triste verdad y suena reprobable para el periodismo que tiene como misión salvaguardar la democracia. Por eso, las empresas de medios poco enfocadas en esta misión, tarde o temprano, arriesgarán su existencia”.

En este escenario, la columnista afirma que los medios de servicio público o las organizaciones sin fines de lucro –aquellos pertenecientes a la segunda división– serán aún más importantes. “Con los medios de comunicación de servicio público, al menos según el concepto europeo tradicional, cada ciudadano tiene que hacer un aporte. Es por eso que las emisoras tienen el mandato de reflejar a la sociedad en toda su diversidad y, esto es importante, encontrarse con todos los grupos a la altura de los ojos. A diferencia de los editores comerciales, deben permanecer imparciales y utilizar todos los formatos necesarios para llegar a los usuarios”, afirma Borchardt. 

Un ejemplo de este último modelo es el Texas Tribune, una de las empresas de medios sin fines de lucro más destacadas de los Estados Unidos. Este, por ejemplo, se ha centrado en la cobertura política local. A los lectores normalmente no les gusta pagar por eso, cuenta la periodista que ha argumentado su fundador, Evan Smith. “Pero cuando nadie hace que los políticos y administradores locales rindan cuentas, se ha demostrado que perjudica a las comunidades y a sus ciudadanos. Aquí es donde se necesitarán financiadores que quieran hacer el bien a la sociedad”.

Al final, ambas partes deberán cooperar para aplicar nuevas tecnologías, servicios innovadores o educación, en lugar de antagonizar entre sí. “La democracia necesita ambos mundos”, dictamina Alexandra Borchardt. “Entonces, en lugar de alimentar las luchas actuales entre el servicio público y los medios comerciales en mercados cada vez más ajustados, ya es hora de que demos una discusión honesta sobre esta división del trabajo. El periodismo se beneficiaría de ello, y también los ciudadanos”.