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El modelo de suscripciones: un lujo para pocos

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pexels

28 de Septiembre de 2021

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            <p>28 de septiembre de 2021</p>
<p><span style="font-weight: 400;">En <a href="https://www.politico.com/news/magazine/2021/08/21/goodbye-to-all-that-clickbait-506479">un artículo de opinión</a> publicado recientemente en Politico, el redactor senior Jack Shaffer analiza cómo está circulando el dinero en un ecosistema de medios dominado por el modelo de las suscripciones. Para Shaffer, este modelo está funcionando pues genera dinero para los medios. El problema es que solo beneficia a unos pocos.&nbsp;</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Shaffer afirma que Stewart Brand, escritor y autor del célebre fanzine contracultural Whole Earth Catalog, previó lo que está sucediendo en la actualidad. “La información quiere ser libre”, dijo Brand en 1984. Poco tiempo después, y durante más de dos décadas, los periódicos, las revistas y los medios digitales regalaron sus productos con la esperanza de atraer a un gran número de lectores cuyos ojos podrían venderse a los anunciantes en línea. “Regala tu contenido y gana dinero a través de la publicidad en línea”, se repetían muchos dueños de medios, afirma Jack Shaffer.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Para el periodista, la genialidad de Brand no terminó ahí pues también sostuvo que “la información quiere ser costosa porque es muy valiosa”. En otras palabras, producir información de calidad no es fácil y la gente debería pagar por ella. Sin embargo, ha pasado bastante tiempo para que los medios puedan obtener dinero suficiente para mantenerse directamente de sus lectores. Actualmente, muchas publicaciones recurren a sus audiencias para mantenerse. Desde The New York Times, el gigante que hoy en día tiene cerca de 7 millones de suscriptores que pagan por sus productos digitales, hasta el sitio de deportes The Athletic que ya tiene 1,2 millones de suscriptores y Substack, una plataforma de newsletters digitales que ya acumula 1 millón de suscriptores. “Al buscar ingresos en otros lugares, las publicaciones recurren cada vez más a las billeteras de los lectores para ganarse la vida”, afirma Shaffer.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Claro, esto no quiere decir que el periodismo digital haya superado en masa el famoso clickbait, o anzuelo de clics, y haya pasado al modelo de suscripción. Para el periodista de Politico, el clickbait estará siempre con nosotros. “Pero los consumidores han validado la noción de que valoran las noticias de calidad y están dispuestos a pagar por ellas de la misma manera que pagan por la gasolina, la ropa y la comida”, aclara.&nbsp;</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">La razón detrás de la popularidad de este modelo entre las empresas de medios es sencilla: a las marcas les encanta la tranquilidad que otorga saber que los ingresos que generan las suscripciones son fijos. A diferencia de los volátiles anunciantes que deben ser consentidos una y otra vez, los suscriptores son leales. Los suscriptores, dice Shaffer, desarrollan una afinidad por sus suscripciones, lo que les hace sentir que pertenecen a algo especial.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Y aquellas personas que necesitan un “empujón extra” o no se dejan llevar por la exclusividad que transmiten las suscripciones, están los muros de pago parciales. Hoy en día, muchos medios que producen contenido de calidad cuentan con un sistema que solo permite leer una cantidad reducida de artículos gratuitos. Este es el caso de medios como Vanity Fair, Slate, New York, Wired, Fortune, The New Yorker, The Wrap, Forbes, Time y la mayoría de los periódicos importantes y secundarios en Estados Unidos.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Para Shaffer, el mensaje que envía esta estrategia es evidente: pareciera ser “Bienvenidos a todos”, pero el verdadero significado es “Bienvenidos todos los que pagan”.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Por eso, Shaffer afirma que algunos de sus críticos señalan que la estrategia puede afectar la idea de que el periodismo es un servicio público. Algo que se ha reforzado con la libre circulación de información y noticias gratis en internet. “Y esto puede ser tremendamente peligroso para los medios locales”, advierte el columnista. ¿Por qué? A diferencia de grandes y prestigiosos medios como The New York Times y el Washington Post que pueden llegarles a las audiencias educadas y adineradas de todo EEUU y el mundo, periódicos locales como The Morning News tienen dificultades para vender sus productos a cualquiera que no sea local.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">El periodista de Politico recoge una advertencia lanzada por Nikki Usher, académica de medios, quien afirma que los altos precios de las suscripciones han hecho que el periódico actual, ya sea impreso o en línea, sea un bien de lujo. En 2019, Joshua Benton del Nieman Lab de la Universidad de Harvard informó que el costo de la suscripción promedio a un periódico impreso se había duplicado en tan solo una década.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">El peligro que se avecina, escribe Usher, es un futuro en el que los periódicos dan forma a su cobertura para atraer al grupo que ha demostrado la mayor disposición a pagar por noticias de calidad: las élites ricas, blancas y liberales. Algo que encerraría los medios que viven del modelo de suscripción en una cámara de resonancia. Entonces, “si a los lectores de bajos ingresos se les niega el acceso a las noticias de calidad, corren el riesgo de quedarse desinformados o, peor aún, de ser engañados por información errónea mediante operaciones gratuitas de noticias falsas, medios ideológicos que se hacen pasar por noticias directas o ráfagas virales en las redes sociales”, dice Shaffer.</span></p>
<p><span style="font-weight: 400;">Por eso, cierra su columna mostrando la dicotomía del modelo: las suscripciones y los muros de pago han ayudado a grandes medios como The New York Times a recuperar su salud financiera, han dado a las voces marginales un nuevo púlpito, han revitalizado el espíritu empresarial periodístico, han debilitado el poder del publicista y han proporcionado un flujo regular de ingresos que permite a los editores planificar una cobertura a largo plazo. “Pero el costo, uno que aún no se nos ha facturado ni contemplado, parece ser la erosión de un marco de referencia común que proporcionaban los viejos medios y la llegada de lo que el académico de los medios Stephen Bates llama comunidades cerradas de información que producen “ingresos” en lugar de desiertos de noticias geográficas. Cada bendición, al parecer, debe traer una perdición”, concluye Shaffer.</span></p>
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